La soledad y el talento fueron los acompañantes de Vivian Maier en el transcurso de su vida, durante la que apenas llegó a ser reconocida por nada más que su trabajo de niñera. Sin embargo, pese a las inscansables investigaciones en torno a cuales fueron las motivaciones que le llevaron a mantenerse en silencio, aun no sabríamos ni siquiera afirmar como habría reaccionado al tener conocimiento de la fama que seguramente no podía ni imaginar que llegaría a obtener nunca. Fue poco tiempo después de su muerte en 2009 cuando un estudiante de fotografía, John Maloof, compraría en una subasta una serie de negativos que, impresionado por su talento y por la cara de la vida tan dura que mostraban, trataría de enseñar al mundo. Y finalmente lo lograría en una exposición en Chicago, cuyo número de visitas superó cualquier expectativa y la convirtió en un fenómeno mundial. Sin embargo aun se seguía sin conocer apenas nada acerca del misterio que suponía su vida, el lado oscuro del que ni siquiera las familias para las que trabajó tenían conocimiento.
Fue una artista sin público, una demostración de como el arte en su función más básica sirve desde el primer instante como método de liberación. Saber a ciencia cierta si quiso realmente pasar la vida en silencio siempre será una incógnita. Sin embargo creo poder afirmar que su trabajo nunca fue en vano, pues la primera y más importante utilidad que tuvo fue para sí misma. Su necesaria forma de expresión, que le llevo a no avandonar en ningún momento su Rolleiflex, sin arriesgarse a perder ni un solo instante para capturar lo invisible, e incapaz de dejar escapar toda la belleza oculta y extravagante que guardaban aquellos momentos y lugares que de otra forma no serían apreciados por nadie.
En mi opinión, olvidamos que uno de los factores más importantes que llevó a Vivian a tener que trabajar en la sombra fue la pobreza. Y a pesar de la romantización de este ámbito, no dejó de ser el peor factor que jugó en su contra, probablemente como causa principal que evitó que pudiese revelar su trabajo. Pues la carta que envió al dueño de un estudio fotográfico francés pidiendo que publicase algunas de sus fotos, evidenció que sí que tenía intenciones de mostrarse al mundo. Pero este impedimento no la llevo a hundirse en ningun momento, al contrario, creo que llegó a convertirse en la inspiración que le permitió mostrarnos un mundo tan distinto a través de sus fotografías, superando todas las barreras de la estética. Probablemente hubiese tenido oportunidad de mostrar su trabajo y eligió la conformidad de un mundo en el que encajaba, frente a otro por el que se sentía menospreciada. Así aprendió como mostrar la belleza de lo cotidiano, de la tragedia, de lo bizarro y lo incongruente, la cara rara del mundo, la tristeza y la soledad. El desafío de como mostrar el lado oscuro de la vida sin alterarlo, quizás fue esta otra de las mayores motivaciones de la artista para decantarse por esa vida en soledad. Algo que solo la intimidad le proporcionaba y que probablente cualquier fotógrafo actual que sea mínimamente famoso ansía. La oportunidad de no tener que ceder por nadie, moverte solo guiado por tus impulsos más puros, y poder captar así aquellos momentos que únicamente las personas corrientes y con una presencia invisible para la mayoría pueden ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario